Por Héctor Torres
“De que la perra es brava hasta los de casa muerde” dice el refrán, aplicado hoy con toda justicia a la Policía Morelia y con perdón para las perritas porque los caninos son nobles y leales, a diferencia de los policías de Alfonso Martínez Alcázar, que no tienen nada de nobles y son desleales con la ciudadanía a la que se deben y de la que viven, y, pese a eso, extorsionan.
No es nuevo que en las administraciones de Alfonso Martínez Alcázar la gente se queje de los abusos de la Policía de Morelia a la que El Poncho casi compara con la Scotland Yard de Londres y, en realidad, se asemejan más a Arsenio y El Lechuzo, los célebres y abusivos policías de San Garabato, creados por el genio de Rius, Por cierto, Alfonso Martínez Alcázar cada vez se parece más a Don Perpetuo del Rosal.
Lo novedoso, ahora, es que la Policía Morelia ejerció su característico abusó de poder contra un funcionario de la administración de Alfonso Martínez Alcázar.
Se trata de Eduardo García Chavira quien en redes sociales narró la experiencia que le tocó vivir a manos de la Policía Morelia, a los que definió como gorilas –otra vez, el perdón para estos otros animalitos que ninguna culpa tienen de ser comparadas con las bestias que cobran en el ayuntamiento como policías- y con desconocimientos para aplicar la ley.
Palabras más palabras menos, García Chavira narra en redes sociales que tomó un Uber para trasladarse a su casa y en el trayecto recibió una llamada de su hija en la que le informa que la había parado el alcoholímetro, pues se había tomado una cerveza y no había pasado la revisión, ya que el aparato le detectó un 0.16 grados de alcohol.
Aceptó la infracción correspondiente, pero, cuando intentó llevarse el auto de su hija de su hija dado que él no había tomado, los policías reaccionaron con violencia y lo esposaron y lo trasladaron a barandilla. La jueza cívica le confirmó que, efectivamente, no había nada que le impidiera llevarse el carro de su hija.
Los policías lo acusan de haberles dicho “corruptos”, él lo niega, pero, aunque así les hubiera llamado, no está diciendo mentiras, porque muchos de ellos lo son y casi tienen como cuota estandarizada, sacarle, como mínimo, 200 pesos a los ciudadanos.
Y son los policías de Morelia el primer eslabón de la cadena de corrupción que involucra a Igor Gutiérrez, quien coordina, sin formar parte de la corporación, a la policía capitalina y que en Linkedin aparece como director de análisis y monitoreo del C-4 de Morelia, pues bien, a ese servidor lo acusa de extorsionador, de no ser mexicano y de moverse con la delincuencia de Morelia.
Vaya fichita tiene Alfonso Martínez Alcázar como servidor. Y sí, la cadena de corrupción empieza con los policías, sigue con sujetos como el tal Igor Gutiérrez y los gruyeros. Una cadena que sin duda les deja buena lana a estos sujetos que tienen ahí su negocio a costa de los ciudadanos que tienen la desgracia de caer en sus manos.
Y para que no quede duda de lo que es capaz de hacer ese sujeto, Eduardo García Chavira responsabiliza a Igor Gutiérrez y al comisionado de seguridad, Alejandro González Cussi, de las represalias que puedan registrarse en contra del propio Eduardo García Chavira y de su familia.
Alfonso Martínez Alcázar, a juzgar por las acusaciones de Eduardo García Chavira, está gobernando con delincuentes y eso explica, en parte, por qué los índices delictivos no ceden en Morelia, pues cómo van a bajar si están en el mismísimo Palacio Municipal.
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