¿Dirigentes partidistas o líderes sociales?

¿Dirigentes partidistas o líderes sociales?
En teoría, un dirigente partidista debería ser un líder social autónomo, con independencia de cualquier autoridad para, sin ataduras, exigir, demandar mejores condiciones para sectores sociales desprotegidos y la sociedad en su conjunto, y denunciar todo tipo de irregularidades y atropellos de los gobiernos, de cualquier nivel, pero en la práctica eso no sucede en Michoacán, unos sometidos al Ejecutivo estatal, otros a un prófugo de los institutos políticos, y no hay regla sin excepción, y hay uno, nada más uno que se comporta como líder social.
Bien, empecemos con el dirigente estatal del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), Jesús Mora González, que se comporta como una extensión del ejecutivo estatal y repite, como loro, lo que se expresa en Casa Michoacán o Palacio de Gobierno.
No hay, en Mora González, la actitud del líder independiente, de ese que denuncia, de ese que no calla, de ese que sale de la comodidad del escritorio y se adentra en las comunidades para conocer, in situ, necesidades y exigir solución; pero, Mora González, hay que reconocerlo, sí está recorriendo el estado, pero no para levantar diagnóstico de exigencias sino para cumplir una meta de afiliados. Ese es su quehacer. Vaya comodino.
Carlos Quintana Martínez, dirigente estatal del Partido Acción Nacional (PAN), tampoco es un líder, es un títere de las ambiciones personales de Alfonso Martínez Alcázar obsesionado por la gubernatura. El PAN también anda con su proyecto de afiliación, buscando cachar a los que están en desacuerdo con el partido en el poder. Quintana Martínez está a las órdenes del gobierno municipal, ahí, aunque el mandamás renegó del blanquiazul, se marca línea al PAN. Quintana Martínez se ha especializado en justificar y en quitar responsabilidades al alcalde de Morelia, Alfonso Martínez, sobre todo en cuestión de inseguridad.
Qué decir del Partido Verde Ecologista de México (PVEM) con Ernesto Núñez Aguilar a la cabeza. Ese instituto funciona como un apéndice del gobierno estatal y su dirigente es eso, un dirigente que poco, realmente poco tiene de líder, es incapaz de señalar errores de la administración morenista y, mucho menos, de encabezar las demandas de sectores sociales en condiciones de vulnerabilidad.
Al Partido de la Revolución Democrática Michoacán (PRDM), por esa M en sus siglas lo llaman PRD-Morena y cuyo administrador, Octavio Ocampo Córdova, de ninguna manera se le puede identificar como líder, está empecinado en mantenerse al frente de la gerencia perredista y le cierra las puertas a quien le pudiera hacer sombra, como es el caso de la diputada Brissa Arroyo. Como sanguijuela, la prioridad de Octavio Ocampo es pegarse al gobierno estatal y su partido para, en el próximo proceso electoral, mantener el registro como partido estatal, porque el nacional ya lo perdieron.
Otro partido, identificado por el oportunismo político, es el del Trabajo (PT) con su eterno dirigente, Reginaldo Sandoval Flores, sí dirigente, nada de líder porque solamente mueve a sus escasas huestes cuando a él le conviene. Busca el provecho personal y no el del grueso de la población. Del PT, ahorita, poco se habla, pero espere a que comience el proceso del 2027 y lo va a encontrar en todas partes, la cacería por el provecho político estará en toda su magnitud.
En el Movimiento Ciudadano (MC), Movimiento Criminal le dice Memo Valencia, hubo un trueque, Antonio Carreño dejó la dirigencia para irse al Congreso como diputado y de aquí emigró Víctor Manríquez a ocupar el lugar de Toño, y sí, parece que nada más hubo cambio porque Manríquez, igual que su antecesor, va por la afiliación como prioridad. Habrá que darle el beneficio de la duda, para ver si se anima a encabezar exigencias sociales o simplemente se suma al PAN para apoyar a Alfonso Martínez.
Y aunque a algunos no les guste, la realidad es que el único que ha estado en el papel de líder es Guillermo Valencia Reyes al frente del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Sus señalamientos han ido contra el gobierno federal, el estatal, el municipal, en fin, contra cualquier autoridad e incluso con fuertes señalamientos hacia la delincuencia organizada. Ha defendido a personas afectadas, principalmente, por la inseguridad, no está en el escritorio, va al lugar donde ocurren las desgracias, invita a las autoridades a que abandonen la comodidad de la oficina y lo acompañen a donde están las necesidades, los problemas. Memo Valencia no le cae bien a todos, porque ha desnudado a muchos, y bueno, parece que nada lo hará cambiar y seguirá por esa ruta, la de la denuncia y de la acción desde la Tribuna del Pueblo.