Rogelio Raya Morales
Ya en plena carrera por la candidatura a la presidencia de la república, los golpes bajos, según son de pura camaradería, no se han hecho esperar. Y es natural, son, básicamente, tres los competidores por un solo puesto y, los tres, con posturas irreductibles, es decir, sin ninguna posibilidad de un acuerdo de unidad, aunque es obvio que una vez que salga el vencedor, los demás se tendrán que disciplinar, bueno eso marcan las reglas, que ojalá se cumplan.
Los dimes y diretes, los acarreos e insultos de un candidato a otro, las descalificaciones que surgen entre ellos, son exacerbados en grado sumo entre los que coordinan las precampañas. Y ahí es donde está el meollo de la cuestión.
Aun suponiendo que los titulares de la contienda logren acuerdos, abajo comienza una soterrada e inconsciente, cuanto más irracional y fanática contraposición de posturas en defensa del elegido.
Hasta el momento, no han dado golpes de mayores consecuencias, salvo algunos casos como el expediente de Ebrard, los “accidentes” del metro inculpando a Sheinbaum, o la evidencia de las ligas vergonzantes de Monreal con necróticos personajes panistas, y todo parece que, con uno o dos grados más de calor terminará el tiempo para la encuesta de quien será el coordinador de la 4T.
Pero lo que más se ha exhibido en cada equipo, son los coordinadores nacionales y estatales de los contendientes, su lado obscuro, podemos decir. Por lo que se conoce a través de las redes sociales, en muchos estados se repite la misma cantaleta. Casi todos los coordinadores son personajes de la política anterior, impresentables en el discurso y en su paso por las administraciones y puestos de elección popular. Generalmente, son políticos adinerados sin arraigo con la gente que aprovechan que los partidarios se mueven espontáneamente en función de sus simpatías, pero que ese apoyo se presenta como resultado del “trabajo político” y del “arraigo popular” de los “coordinadores”. Desgraciadamente, los precandidatos, se la creen.
En Michoacán, no todo es amor a los precandidatos. Se asume el apoyo en función de la expectativa de tener “algo” en el futuro, ya sea que gane directamente el que se apoya o que los perdedores negocien algo para sus “gentes”. Y aquí, es irrisorio, pero en algunos casos tenemos más coordinadores que simpatizantes, algunos muy encontrados dentro del mismo equipo, otros, haciendo malabarismo político y, un día, están en un equipo y, mañana, en otro. Así se la juegan estos vividores de la política, en el mejor de los sentidos, esto de “vividores”.
Ya veremos, en las candidaturas, no sólo perredistas de hueso colorado, sino panistas y priistas convencidos, buscando el voto de la gente con el uniforme de morena. Qué desilusión para todos los que por convicción buscan un cambio profundo en este país. De nuevo, a reciclar a los que se consideran que nacieron para mandar y para gobernar. De nuevo, a utilizar a los que siempre utilizan para la promoción del voto. Puede fallarles, si se atienen sólo a los ciudadanos porque muchos ya no están en la misma disposición de antes, aunque les queda el recurso de los grupos de la delincuencia que suelen ser utilizados en el juego lectoral.
Lo grave de la situación es que lleguemos al 24 con un congreso ganado por “morena” pero integrado por prianrredistas que no estén de acuerdo en impulsar las grandes reformas que dejó pendientes el presidente Obrador: la energética, la del INE, del poder judicial, la financiera que tape el hoyo del fobaproa, la de la política de concesiones (carreteras, mineras, prensa radio y televisión, etc.), que se aprueben reformas sólo por “encima ”, incluso, que ya no estando AMLO, quieran darle para atrás a algunas de los más sentidos cambios, como el sueldo de los funcionarios y servidores públicos, impuestos, gastos en publicidad, etc.
Por ello se impone que sean ciudadanos convencidos de la 4T los que lleguen al congreso de la unión para que, desde ahí, se impulse el cambio que se requiere profundizar y se mantenga lo que hasta ahora se ha hecho en bien de los mexicanos.
Por cierto, hay ya compañeros del movimiento popular social que se han decidido por entrar al juego electoral, y que se pueden convertir en una verdadera piedra en el zapato de los candidatos oficiales y oficiosos. Ya veremos.
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