Mientras que el gobierno municipal de Morelia y el estatal de Michoacán están enfrascados en discusiones estériles sobre la inseguridad en la capital michoacana, los homicidios se suceden un día sí y otro también en la acongojada sociedad de Morelia.
El origen de esas intenciones de imponer al otro sus respectivos puntos de vista, pudiera establecerse el 11 de marzo, fecha en la cual ocurrieron los incendios de tres bares en la zona de Altozano.
A partir de ese momento, el gobierno de Alfredo Ramírez Bedolla arreció sus embates en contra de la administración municipal de Alfonso Martínez Alcázar y lo hizo mediante la sugerencia de un convenio de coordinación y la contratación de la Policía Auxiliar de Michoacán para hacerse cargo de la vigilancia de bares, antros y centros nocturnos.
A esas “sugerencias” el gobierno de Alfonso Martínez Alcázar respondió con argumentos, válidos hasta cierto punto, como la impreparación de la Policía Auxiliar y que el gobierno estatal pretendía la subordinación.
El gobierno de Alfonso Martínez Alcázar esgrime que los homicidios dolosos no son competencia de la autoridad municipal sino de la estatal y, al catalogarlos como producto de la delincuencia organizada, de la federación, y, amparado en esa visión, no ofrece alternativas contundentes para coadyuvar a detener esa ola delictiva que lacera Morelia. Dice que no le escurre al bulto, pero parece que el tema le quema.
Los mensajes que ambos gobiernos –municipal de Morelia y el estatal- se envían, para nadie es un secreto, son políticos, cada uno de ellos, Alfonso Martínez Alcázar y Alfredo Ramírez Bedolla, antepone sus propios intereses y deja de lado los de la ciudadanía que es, por desgracia, la que padece la indefinición de esos dos personajes.
Y tanto la Policía Morelia como la Guardia Civil parecen estar al mando de funcionarios carentes de formación en estrategia de seguridad. En Morelia lo que se ve es un patrullaje sin sentido, sin investigación, sin coordinación; un patrullaje al ai’ se va y si detienen a algún delincuente o frustran un hecho delictivo es porque por ai’ andaban transitando.
Y mientras ellos, Alfonso y Alfredo, se avientan golpes mediáticos sin sentido alguno, la delincuencia sigue, sigue y sigue en Morelia en la que, al 26 de abril, se habían cometido cerca de 30 homicidios…., una cifra escalofriante.
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